Los seres humanos estamos compuestos por células, que es la unidad biológica más simple. Cada célula por si misma no vale nada, pero en conjunto lo conforman todo. Así mismo ocurre con cada uno de los robots que componen el Kilobot, que es una comunidad robótica compuesta por 1,024 pequeños y sencillos robots.
Estamos ante las primeras incursiones de la inteligencia colectiva robótica, que nos muestra que con piezas relativamente simples se pueden crear cosas más complejas. De momento es una simple curiosidad, pero en un futuro los kilobots podrían utilizarse en múltiples áreas, sobre todo gracias al costo tan accesible de cada pequeño robot.
Por ahora los kilobots se utilizan para formar figuras, principalmente. Para esto se le debe transmitir a todo el sistema un imagen con la figura requerida, y los pequeños robots deben interactuar entre si hasta lograr el objetivo. Se dice muy fácil pero conlleva una gran labor de programación, porque cada robot es una pieza independiente.
¿Para qué complicarnos con múltiples robots interactuando como uno solo? Pues bien, la principal razón tiene que ver con el costo. Si un gran robot sufre una avería la reparación será costosa. En cambio, si muchos robots simples sufren un desperfecto pueden ser fácilmente sustituidos por otros, porque su bajo costo así lo permite. Además, si un pequeño robot falla el sistema Kilobot sigue funcionando bien.