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Las impresoras 3D han causado mucho revuelo, y aunque no se trata de una tecnología novedosa, podría constituir nada más y nada menos que la siguiente revolución industrial. Claro, hay quienes no creen que esta tecnología pase de ser una simple moda, pero otros en cambio apuestan todo por su éxito comercial.

Las impresoras 3D surgieron allá por 1960, y durante muchas décadas fueron una realidad exclusiva de la industria, al tratarse de grandes y costosas máquinas. Fue apenas hace unos años cuando la euforia de las impresoras 3D alcanzó al público, gracias a la Makerbot, una pequeña impresora 3D, económicamente accesible.

Si la impresión 3D continúa su auge en algunos años podríamos estar hablando de la revolución industrial, en la cual todos los paradigmas actuales de la fabricación de productos quedarán desterrados. Sería una época donde ya no se venderían los productos, sino los diseños de los mismos.

La cuestión es que la impresión 3D es sin duda una excelente tecnología, sobre todo para los ingenieros y makers, que gustan de fabricar y reparar cosas. Suele pasar que el mayor problema de ambos es encontrar repuestos, pues a veces no los hay y muchas otras tantas con demasiado costosos.

Con una pequeña impresora 3D en casa eso será cosa del pasado, porque será fácil y barato imprimir repuestos. Esto mismo es lo que muchos toman como bandera para decir que esta tecnología será un peligro para los sistemas de producción mundiales. ¿Si todos producen sus propios productos no se va a detener la economía?

La respuesta es no, porque las personas que van a diseñar sus productos son pocas. La mayoría de la gente no va a tener ni el tiempo ni el conocimiento necesarios para realizar sus propios diseños, por lo que los comprarán. La industria de la fabricación cambiará mucho, priorizando más que nunca el diseño digital.

Sin embargo, quienes no apuestan por esta tecnología explican que la impresión 3D solo permitirá fabricar productos simples, es decir, no podrás obtener una computadora de una impresora digital, ni un celular. Aunque ahora se puede imprimir en 3D con más materiales que nunca, incluso metales, el argumento tiene bastante soporte.