Fue Henry Ford quien revolucionó la industria con su proceso de fabricación en serie, en la que cada obrero pasó de crear una pieza única a hacer parte del proceso de construcción de muchas piezas. Todos sabemos que esto tuvo como consecuencia un aumento significativo de la productividad de los trabajadores.
La productividad es clave para que una industria sobreviva hoy día, por lo cual se han recurrido a medidas extremas para mejorarla, a tal grado que ahora es posible monitorear cada movimiento de cada trabajador en cada instante de la rutina de trabajo, todo mediante una mangas electrónicas capaces de captar el movimiento de los trabajadores.
Esto me hace pensar en que dichas empresas quieren que los humanos sean como robots trabajando, donde cada movimiento que realicen se haga con la mayor precisión posible. Quizá aún no hay robots que puedan realizar cierta tarea en especial y por eso contratan personas o también es probable que no puedan pagar dichos robots.
La otra cuestión es que exista cierta presión para contratar personas en lugar de usar robots, pues si se utilizarán estos últimos se generaría mucho desempleo. Lo cierto es que la cadena de producción en serie es un proceso de especialización, ya que un trabajador pasa de hacer muchas actividades a desempeñar solo una, tarea para la cual es capacitado en extremo, que es sencilla pero que necesita repetirla infinidad de veces con precisión.
Las mangas electrónicas que he mencionado fueron desarrolladas en el Instituto Fraunhofer de Alemania como un medio para estudiar los movimientos de los trabajadores de forma tal que se pueda mejorar cada puesto de trabajo; sin embargo también pueden ser un medio para medir el rendimiento de cada obrero.
La manga utiliza tecnología proveniente de la industria del cine y los videojuegos, donde utilizan trajes con sensores para captar el movimiento humano y trasladarlo a la animación. Si bien la idea básica es optimizar los procesos de producción, lo cierto es que esta idea representa una forma de control de los empleados que no a todos podría agradar.
Fuente | Fraunhofer