El Black Hornet es un dron que fácilmente se puede confundir con un juguete. Tiene el tamaño de un colibrí, pero sus capacidades son tales que entra en la categoría de los drones militares. Se sabe desde 2013 que las fuerzas armadas de Reino Unido lo utilizan para realizar labores de espionaje, aunque muy posiblemente lleve muchos más años siendo utilizado.
Ahora Estados Unidos también utilizará pequeños Black Hornets para espiar a medio mundo, minimizando gastos y por supuesto, evitando poner en riesgo a personas. El dron dispone de una pequeña cámara, que puede transmitir vídeo en alta resolución y en tiempo real. Eso si, su punto débil de momento es la autonomía, pues apenas puede volar durante 25 minutos.
Para dirigir este dron se requiere de un operador en tierra, el cual se menciona que dispone de un control que permite dirigir dos de esos drones de forma simultánea. Esto me hace pensar que su control es bastante sencillo, porque operar dos al mismo tiempo es algo viable.
Una cuestión interesante respecto a este dron es que el vídeo que graba nunca se queda en el dron, sino que se transmite al operador para su almacenamiento en algún dispositivo. Esto quiere decir que si el enemigo quiere recuperar las grabaciones deberá capturar al operador, en lugar de capturar el dron.
Por último, quiero mencionar que a pesar de su apariencia de juguete, el Black Hornet es un equipo militar bastante sofisticado, cuyo precio asciende a los 40,000 dólares por unidad. Vaya, que me sorprende demasiado que cada pequeño dron cueste eso. Seguro que el desarrollo tecnológico que tiene detrás bien los vale.
Vía | Xataka | Defense One