Hace casi un mes, el 16 de mayo pasado, el satélite mexicano de nombre Centenario sufrió un accidente, resultando en una pérdida total, al desintegrarse en la atmósfera. Todo indica que el problema se presentó en una de las turbobombas del motor de la tercera etapa, del cohete Protón, perteneciente a la empresa rusa International Lauch Services.
Se menciona que el accidente le costó al gobierno mexicano 390 millones de dólares, de los cuales por supuesto algo se recuperará, aunque difícilmente todo. Esto porque este tipo de misiones espaciales están aseguradas, pero cubrir pólizas de este tipo lleva su tiempo. Hay información que indica que se entregará un nuevo satélite para reemplazar al Centenario, aunque no estará listo hasta finales de 2016.
El Centenario fue diseñado y construido por Boeing, allá por 2013, y disponía de un reflector de banda L de 22 metros, para brindar servicios de comunicación móvil a dependencias gubernamentales. Dicho satélite era propiedad de la Secretaria de Comunicaciones y Transportes, y sería administrado por Telecomm Telegrafos.
Hay que mencionar que el Sistema Satelital Mexicano tiene como objetivo sustituir al ya viejuno Sistema Solidaridad. Y ahora que el Centenario ya no está es hora de recurrir el plan B, que por supuesto existe, pues no podemos irnos quedando sin comunicaciones así como así. Es por ello que el Centenario dispone de un satélite gemelo, de nombre MexSat 2, mejor conocido como Morelos 3, el cual será puesto en órbita en diciembre de este 2015.
Ahora bien, la cuestión es que el Morelos 3 será lanzado en un cohete Atlas V estadounidense, dejando de lado el Protón ruso. ¿Es esta la mejor decisión? De momento si, pues aunque los cohetes rusos tienen una gran historia que los respalda, lo cierto es que en los últimos años han dejado mucho que desear.
El Protón era considerado hasta 2009 como el cohete más seguro del mundo, pero en los posteriores 5 años falló en el 25 por ciento de sus lanzamientos. Pero el panorama se está poniendo más turbio para los rusos, en parte porque las empresas privadas estadounidenses se están consolidando, y en parte porque los chinos y los indios están entrando a la competencia espacial, con precios mucho más bajos.
En Rusia están conscientes de ello, por lo que ya tienen planeado reemplazar al Protón con una nueva lanzadera, la Angara, aunque esto no sucederá al menos hasta 2025, por lo que los rusos tendrán reajustar su industria si no quieren perder el liderazgo mundial en lanzamientos espaciales a lo largo de la siguiente década.