Los líderes de los países más poderosos del mundo se suelen desplazar en vehículos cargados de adelantos tecnológicos y de seguridad, lo que hace que dichos vehículos cuesten verdaderas salvajadas de dinero. La discusión sobre si esto es ético o no, necesario o no, puede dar para rato, pero aquí estamos para hablar de máquinas, así que podré sobre la mesa “La Bestia”, nombre coloquial de la limusina de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de América.
El “antes” de “La Bestia”
Curiosamente no fue hasta la llegada de George W. Bush a la Casa Blanca que la flota de vehículos presidenciales se actualizó, ya que antes de este punto el Servicio Secreto compraba los vehículos de agencia y luego los modificaba, agregando una gran cantidad de peso para el cual no estaban construidos los vehículos, por lo que estos sufrían desperfectos con bastante frecuencia.
Mucho tiempo tuvo que pasar desde las limosinas Lincoln que utilizaba John F. Kennedy hasta el cambio en la administración Bush hijo. Se menciona que las transmisiones de los vehículos presidenciales se descomponían con mucha frecuencia y que los frenos duraban apenas un par de viajes, debido al tonelaje excesivo del vehículo. Agentes retirados describen como un terror el manejar y detener esas limosinas.
Nuevas necesidades, nuevos vehículos
Llegó un punto en el cual el Servicio Secreto tuvo que cambiar su enfoque respecto a los vehículos presidenciales, decidiendo que las limusinas debían ser diseñadas y construidas desde cero, de modo que cada vehículo fuera concebido para el trabajo pesado sin tener que agregarle nada más posteriormente. De este modo, aunque los vehículos siguen siendo muy pesados ahora sus prestaciones mecánicas han mejorado bastante.
Y podrán ser nuevos vehículos, pero el nivel del blindaje es el de siempre, el más alto que se puede uno imaginar en un vehículo así: nivel militar; se menciona que el blindaje es tanto que abrir la puerta desde dentro resultaría muy complicado para el presidente. Además de acero, aluminio y titanio los vehículos incorporan cerámica y fibra de vidrio.
“La Bestia” entra en servicio
Realmente no es adecuado referirnos a “La Bestia”, pues se trata de 12 Bestias en realidad, exactamente idénticas, las cuales viajan siempre con un agente federal armado, supongo que hasta los dientes, y un mecánico, que carga con su propio arsenal de dispositivos de diagnóstico y herramientas. Además, para conducir uno de estos vehículos hay que tomar un curso bastante intensivo.
Los agentes designados para manejar uno de estos vehículos deben completar un curso especial de conducción, el cual dura una semana y se realiza en una de las pistas de la academia del Servicio Secreto. El curso se centra en el manejo defensivo, para lo cual deben practicar muchas maniobras evasivas, precisión al volante y curvas a alta velocidad. Muchos de los ejercicios se realizan con algunas otras bestias tales como Dodge Charger, Chevrolet Camaro o Ford Mustang.
Los datos del monstruo
“La Bestia” lleva emblemas de Cadillac, aunque de Cadillac poco tiene, es más bien un camión fabricado en Detroit por una división especial de General Motors. El depósito de combustible es un elemento con más protección, que incorpora una espuma especial para evitar cualquier ruptura por colisión o disparo de armas de fuego. Para darnos una buena idea que esto es una limosina-tanque hay que tener en cuenta que las puertas tienen un blindaje de 20.32 centímetros y las ventanas de 12.7.
Las ruedas son especiales y han sido fabricadas por Goodyear, montan refuerzos de Kevlar que las convierte en ruedas antibalas. Además se cuenta con sistemas de videovigilancia y cámaras de visión nocturna en la parrilla, para poder conducir aunque no se tenga visibilidad. Por si fuera poco el interior queda aislado del exterior para evitar ataques químicos.
Cada vehículo mide 5.48 metros de largo, pesa 6.8 toneladas (aproximadas porque el dato exacto es clasificado) y consume unos impresionantes 63.5 litros de diésel cada 100 kilómetros. Dentro del vehículo hay un sistema contraincendios, armas adicionales en el maletero, botiquín de emergencias médicas que incluye botes con el tipo de sangre del presidente, sistema de oxígeno, teléfono vía satélite con máxima encriptación, sistema de video para comunicarse con el exterior.
Al principio hablé rápidamente de costos. ¿Cuánto desembolsé el gobierno de Estados Unidos por cada Bestia? La nada despreciable cantidad de 1.5 millones de dólares (como 17 millones de pesos mexicanos). Además hay que considerar los costos de mantenimiento, que deben implicar otra gran factura.
Vía: AutoWeek, Motorpasión.
Imágenes: Motorpasión, AutoWeek.